En Santa Cruz
fue tu primer llanto.
El viento
te movía el pelo
mientras soñabas
con una vida mejor,
con discursos
de Freí en la retina
robabas un membrillo
del árbol de la esquina,
y en casa
la mamá Regina
te esperaba
con el plato de comida.
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Mordiste el anzuelo
con carnada de manzana
de la mujer que ahora
está en tu cama
y acompaña.
Te enamoraste
bajo la lluvia cálida,
caminando en una línea de tren.
De quien es hoy es mi madre
por quien muchas veces
lloraste y perdonaste.
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Te subiste a un volantín
y volaste.
No esperaste el destino…
Entre los desatinos
de hermanos con vinos
amargos,
que ahora para ti son
dulces recuerdos.
Hay que saber perdonar,
para poder amar.
Y si ahora lloras,
es de felicidad.
Yo te regalo de postre
duraznos con crema.
Me salvaste del frío
y del mal abrigo.
Ahora somos amigos.
Aunque no este contigo…
Yo voy en un volantín,
que lleva tu hilo.
2 comentarios:
Las ciudades
de nuestras vidas
Son las rotas de nuestro vivir
y de ilusiones perdidas.
Las ciudades en que nos conocemos
Son las que nos separan
Y que miran nuestros sueños
Y saludan los ensueños.
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Muy lindo tu blog. Saludos de Brasil. Hasta pronto.
Un hermoso y sugestivo retrato de tu padre, volveremos a él.
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