Hay un sonido de voz,
alguien me pide fuego…
No me reconoce
en el silencio
de la sombra de mi cuerpo.
Estoy en la soledad
donde los minutos te queman
como los pasos de los pobres.
Caminaré de la mano
de una rama de un árbol
al que se le caen los frutos.
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Con mi paso lento,
he recorrido
sanando palomas heridas,
que se llenan de alas
dejándome sus plumas.
Les di tardes
y noches
Donde gemían al principio
y después se esparcían
como una ola
en la arena de mi cuerpo.
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Les invente el amor
que no tenían,
como un servicio a domicilio.
Vi su pasado en mis ojos.
Y les entregué el futuro con mi voz y mis manos.
/__Pero ahora ese viaje termino___/
En este triste poema,
me olvido de todas ellas.
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