El caballero del kiosco
lo extrañó...
Y todos los que lo conocían
y las calles y ciudades
que pisó.
Yo recogí,
como todas las mañanas
el basurero..
y sus galletas serranitas
no botó.
La taza de té, estaba limpia.
Las paredes preguntaban por su risa...
Se paró por unos segundos
la construcción de su vida...
para descansar,
para que viéramos lo especial
la señal que se hizo en él.
Lo natural de la vida,
como cuando las nubes se tornan negras
y está a punto de llover.
A él nunca le gusto el invierno
y se hizo sol , para dejarlo volver.
1 comentario:
Es un buen regalo, para un buen amigo... es excelente.
Felicidades por tan buen comienzo de año.
Abrazos.
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