Adiós santiago
amado.
Tenia que
pasar.
Ya caminé
todas tus calles
y le quité
la mirada a tu
cordillera que
te amarra.
La vista
del San Cristóbal
ya no se ve
con tantas
ventanas tapadas.
No me mires
cuando me vaya,
que yo no
daré vista atrás.
O te quedas
o te vas.
Ya lo sé,
no es
necesario
que me lo
digas.
Yo también
cargo
con la corona
de espinas
y la herida
que me
causa dejarte.
Adiós
Santiago amado.
Más que un
amor,
fue un
abrazo que
duro diez
años.
Gracias.